En la noche del martes, el euro se desplomó frente al dólar un 1,3% de inmediato. La razón fue el resultado de un acuerdo ruidoso y extremadamente desigual entre la Unión Europea y los Estados Unidos, que en Bruselas ya han calificado como un "día negro" para Europa. Analizamos por qué el nuevo acuerdo provocó una reacción tan fuerte entre los líderes y analistas europeos, cómo puede cambiar el equilibrio económico de poder, qué riesgos abre para los mercados y qué le espera al euro y al dólar en un futuro próximo
El desplome del euro: cómo un solo acuerdo cambió el equilibrio en el mercado de divisas
La semana pasada, la moneda europea sorprendió a los mercados: el euro subió casi a un máximo de tres años en medio de expectativas optimistas sobre el acuerdo entre la Unión Europea y Estados Unidos. Los inversores esperaban que el nuevo acuerdo suavizara la tensión comercial y abriera las puertas a la estabilidad para el Viejo Continente.
Sin embargo, las esperanzas efusivas se convirtieron en una decepción abrupta: al inicio de esta semana, el euro se desplomó un 1,3% frente al dólar, marcando la mayor caída diaria en los últimos dos meses.
El euro quedó bajo presión después de que los inversores conocieran los detalles del acuerdo: las condiciones resultaron ser claramente favorables para Washington y difícilmente podrán respaldar las perspectivas económicas de la eurozona.
París oficial no se contuvo en sus declaraciones: Francia calificó el acuerdo marco firmado como un "día negro" para Europa, reconociendo públicamente que la UE cedió de hecho a la presión de la administración de Donald Trump y aceptó condiciones abiertamente desequilibradas
Tampoco ocultó su decepción el canciller alemán Friedrich Merz, quien señaló que la economía del país sufrirá "un daño significativo" debido a los nuevos aranceles. Según Merz, este golpe afectará no solo a Alemania y Europa, sino que también será un factor de inestabilidad incluso para los propios Estados Unidos: "Estoy convencido de que esto no se limitará a Alemania y Europa. También veremos las consecuencias de esta política comercial en América".
Los expertos coinciden: la caída del euro es una consecuencia directa de un acuerdo "unilateral". El jefe del departamento de análisis de divisas del National Australia Bank, Ray Attrill, señaló: "A los mercados no les tomó mucho tiempo concluir que estas noticias relativamente buenas, en términos absolutos, siguen siendo malas noticias desde el punto de vista de las consecuencias a corto plazo para el crecimiento de la eurozona".
Analistas de Bloomberg destacan que los participantes del mercado esperaban fricciones comerciales menores, pero se encontraron con la realidad: los nuevos aranceles amenazan con consecuencias realmente graves para las exportaciones europeas y el crecimiento económico.
Un compromiso desigual: en qué condiciones se acordaron la UE y EE. UU.
El acuerdo comercial entre la UE y EE. UU., que Bruselas tanto esperaba, terminó convirtiéndose en un verdadero golpe para los propios intereses europeos.
Las condiciones del acuerdo resultaron ser lo más unilaterales posible: EE. UU. impone aranceles del 15% a la mayor parte de las exportaciones europeas, mientras que la tarifa promedio de la Unión Europea sobre los productos estadounidenses, por el contrario, deberá caer por debajo del 1% tras la entrada en vigor del acuerdo.
En otras palabras, el acceso de los productos estadounidenses al mercado europeo será casi libre, mientras que la exportación europea a Estados Unidos será menos rentable.
Un énfasis especial se ha puesto en los energéticos: Bruselas se comprometió a comprar a EE. UU. recursos energéticos por un valor de 750 mil millones de dólares en tres años, lo que multiplica varias veces los volúmenes habituales de importación europea.
Adicionalmente, Europa prometió invertir $600 mil millones más en la economía estadounidense; sin embargo, estas inversiones siguen siendo, por ahora, solo una declaración de intenciones y no un compromiso jurídicamente vinculante. Esto resalta la principal paradoja del acuerdo: a pesar de las declaraciones rimbombantes, aún no existen mecanismos concretos ni garantías sobre muchos aspectos clave.
A pesar de los acuerdos alcanzados, el cierre definitivo del trato aún está lejos. Para el 1 de agosto, las partes planean preparar una declaración conjunta en la que precisarán los puntos clave.
Y solo después de eso comenzará un largo y complicado proceso de armonización del texto jurídico —lo cual podría prolongarse durante meses, o incluso años, ya que será necesario el respaldo de la mayoría de los países de la UE y posiblemente del Parlamento Europeo.
Mientras tanto, muchos puntos importantes del acuerdo aún no se han resuelto. En particular, sigue abierta la cuestión de si ciertas categorías de productos europeos —como vinos y bebidas alcohólicas fuertes— estarán exentas del arancel del 15%.
Las discrepancias son aún más marcadas en lo relativo a la metalurgia: actualmente, la exportación de acero y aluminio desde la UE a EE. UU. está sujeta a un arancel del 50%, y el bloque europeo insiste en la introducción de cuotas para al menos aliviar parcialmente la carga tarifaria para los productores europeos.
– Persiste la incertidumbre en torno a todos los detalles relacionados con la industria siderúrgica europea, – reconoce Axel Eggert, jefe de la Asociación Europea de Productores de Acero
Una opinión similar comparte el economista de Oxford Economics, Oliver Rakau: "El acuerdo actual carece de concreción, aún hay mucho por discutir, y eso podría provocar una nueva ola de volatilidad".
Cabe destacar que en Bruselas ya han subrayado que la UE no reducirá sus tarifas sobre los productos estadounidenses hasta que se aprueben todos los detalles legales del acuerdo.
Sin embargo, por ahora, tanto los mercados como los expertos se mantienen escépticos: en lugar de la tan esperada estabilidad, Europa se enfrenta a más interrogantes, y cada semana de negociaciones promete nuevas sorpresas.
El gran beneficiado del acuerdo desigual: el dólar toma la delantera
Mientras Europa digiere las consecuencias del acuerdo comercial con EE. UU., el dólar estadounidense ha ganado rápidamente impulso. El lunes, su índice subió de inmediato un 1% frente a las principales divisas —el mayor salto desde comienzos de mayo.
En total, el dólar ya se ha fortalecido un 1,5% en julio, marcando su primer crecimiento mensual en lo que va del año, a pesar de haber estado en una profunda caída desde enero.
Este fortalecimiento del dólar es una consecuencia directa de la decepción del mercado ante el resultado de las negociaciones entre la UE y EE. UU. Los inversores se apresuraron a refugiarse en el dólar como un activo seguro —no solo por la debilidad del euro, sino también ante el aumento de los temores sobre una desaceleración del crecimiento económico global.
El estratega de Wells Fargo, Arup Chatterjee, señala: "Esto refleja la percepción de que los aranceles reales tendrán un efecto negativo sobre el crecimiento en el resto del mundo, considerando estos acuerdos asimétricos".
Una mayor inquietud se generó entre los inversores tras las declaraciones de ayer de Donald Trump, quien amenazó con imponer nuevos aranceles a quienes no estén dispuestos a firmar acuerdos comerciales bilaterales con EE. UU.
El presidente estadounidense prometió que, para estos países, los aranceles subirían al 15–20%, lo que supera considerablemente el arancel general actual del 10%. Esta señal desató una nueva ola de temor: los mercados percibieron una posible escalada de guerras comerciales y un endurecimiento general de las condiciones para el comercio mundial.
Todo esto ha llevado a que el dólar vuelva a convertirse en el principal beneficiario de la ansiedad global. Mientras Europa busca una salida al laberinto de un acuerdo desfavorable y otros países temen nuevas amenazas arancelarias, la posición de la moneda estadounidense se fortalece. Los inversores siguen refugiándose en el dólar como el activo más seguro en tiempos de turbulencia mundial —y eso explica el repentino y potente giro en los mercados de divisas.
¿Qué le espera al euro y al dólar?
La perspectiva a corto plazo para el euro sigue siendo sombría. La volatilidad generada por el acuerdo desigual con EE. UU. y el fortalecimiento del dólar se ve agravada por la inminencia de la reunión de la Reserva Federal de EE. UU.
Dado que es poco probable un cambio en la tasa de interés de referencia, toda la atención del mercado se centrará en el discurso de la Fed. Si los representantes del regulador adoptan un tono agresivo y enfatizan la necesidad de mantener una política monetaria estricta ante el riesgo de aumento inflacionario por los nuevos aranceles, el dólar podría recibir un nuevo impulso alcista.
El panorama técnico para el euro no es menos alarmante. Tras un inicio de semana desastroso, el par EUR/USD rompió a la baja dos niveles clave: primero, la media móvil simple (SMA) de 20 días en el nivel de 1,1693, y luego el umbral psicológico crucial de 1,1600. El indicador RSI entró en la zona de sentimiento bajista, lo que refleja una toma de ganancias sobre el euro y un aumento del interés en el dólar como activo refugio.
Si la presión sobre el euro persiste y las cotizaciones caen por debajo de la SMA de 50 días (1,1569), aparecerá en el horizonte el riesgo de una prueba del nivel de 1,1500, y posteriormente de 1,1400. Precisamente estos valores son señalados por los analistas técnicos como los próximos puntos críticos de soporte, que determinarán dónde verán los mercados el suelo de la moneda europea en el corto plazo.
Un movimiento inverso por encima de 1,1600 podría abrir el camino para una recuperación hacia el área de 1,1693, pero en estos momentos la probabilidad de ese escenario parece claramente débil.
Los expertos coinciden en que el debilitamiento del euro no es solo una reacción momentánea ante el acuerdo comercial, sino un reflejo de los profundos problemas estructurales de la región. Como señala el economista de Oxford Economics, Oliver Rakau, la incertidumbre en las negociaciones con EE. UU., la desaceleración del crecimiento económico y la alta volatilidad no hacen más que acentuar la vulnerabilidad de la moneda europea.